A mediados de octubre La Legua volvió a aparecer en la crónica roja. El tema de interés de muchos medios era las drogas y las rencillas entre bandas de narcos que terminaban en balaceras a la luz del día, en pleno espacio público. La semana pasada, la población volvió a ser mencionada por enfrentamientos entre Fuerzas Especiales de Carabineros y vecinos por la presencia de un muro que divide el sector con el resto de San Joaquín.
Precisamente en esa comuna se encuentra el único Centro de Creación (CeCrea) dirigido a menores de entre 7 y 19 años que hay en la Región Metropolitana. Ubicado en la calle Carlos Valdovinos, al frente de la comisaría 50 de San Joaquín, hay sólo una calle que distancia al centro de la estigmatizada población.
Modelo desescolarizado
Aucán tiene 11 años y es mi anfitrión. Durante el recorrido me cuenta en qué se usa cada lugar, desde las oficinas de administración hasta las salas de laboratorio, como el de comunicaciones y el de cultivo, pasando por el patio común, que está lleno de juegos y materiales para hacer manualidades. Es sábado y hay pocos niños, así que los que están, son los más interesados.
A los pocos minutos Aucán se va. Entra a una sala para preparar el noticiero. Él junto a Neftalí son parte de la Escuela de Youtubers que existe hace 8 meses y que derivó en la creación de un noticiero. Se sientan frente a la cámara y en cada edición hablan de los temas que a ellos les interesan. Esta mañana les cuesta ponerse de acuerdo: si hacer una parodia de pokemones o hablar de actualidad.
El CeCrea funciona hace un año. Dependiente del Ministerio de la Cultura, propone un modelo desescolarizado en las 15 regiones del país de manera gratuita. La metodología fue diseñada por el biólogo chileno Humberto Maturana, quien se inspiró en la educación nórdica que mezcla el aprendizaje con lo lúdico y aborda cuatro áreas convergentes entre sí; arte, ciencia, tecnología y sustentabilidad.
“Acá hay conceptos nuevos que vienen en la metodología, los adultos son facilitadores, es decir, facilitan el trabajo. Son los guías, por lo tanto ellos no son dueños de la verdad. Esto es trabajo en equipo, no hay competencia”, explica Yenny Aros, coordinadora pedagógica.
Cada cierto tiempo, son los propios niños y niñas quienes proponen qué laboratorios hacer. Primero se hace una escucha creativa, donde se captan sus intereses. Luego se hace el co-diseño, proceso en el que se imaginan qué pueden hacer y experimentan con eso. Una vez que termina el laboratorio, deciden mostrar lo que han aprendido a sus familias y colegios, proceso que llaman irradiación.
Sujetos de derecho
Neftalí y Aucán deciden entrevistarme para su noticiero. Me pongo al medio de los dos, frente a la cámara que dirige Marcelo del Campo, facilitador del laboratorio de comunicaciones junto a David Barra. La forma en que preguntan es como la de casi todos los niños: directa. “¿Qué te parece el país? ¿Cuánto ganas?”, son las primeras, pero las que vienen son mucho más complejas: “¿Qué te parecen las mujeres feministas que se quejan de los hombres? ¿Qué opinas de los balazos que habían en La Legua?”.
“Quieren decir las cosas que les inquietan. Están muy informados. Hemos tenido tremendas conversaciones respecto al Sename, al conflicto mapuche. Lo que intentamos hacer es que justamente esa opinión que tienen respecto a lo que los rodea, se maximice, se amplifique”, dice David Barra.
Al CeCrea de San Joaquín van menores que viven en la comuna principalmente, pero también van de San Miguel, La Florida y Las Condes. Lo hacen fuera de su horario escolar, buscando algo distinto al rígido sistema de las salas de clases al que están acostumbrados. “Para ellos aprender en la escuela es obligado, sentado y callado”, dice Yenny Aros.
Hay quienes se preguntan porqué el centro no está en otra comuna, como Providencia o Santiago Centro. “Fue una decisión presidencial”, cuenta Sandrine Crisóstomo, encargada de programación. Lo cierto es que la presencia del CeCrea contribuye a descomprimir el ambiente de un sector constantemente etiquetado de peligroso o conflictivo, enfocándose en las necesidades de los menores del sector.
Sandrine Crisóstomo resume el objetivo del centro diciendo que “cuando promueves los derechos de los niños, en el fondo estás preparando a ciudadanos empoderados que pueden tomar decisiones y no esperar a que las cosas sucedan. Eso hace que los niños terminen siendo sujetos de derecho”.
Fuente: El Dinamo