Por lo menos 70 millones de personas, casi dos veces la población de Argentina, viven como refugiados y desplazados forzados de alguno de los conflictos que afectan el planeta. Y la cifra va en aumento.
Las tendencias muestran que la humanidad vive una de las crisis más graves de su historia. Refugiados, demandantes de asilo, migrantes; la categoría es lo de menos. Los seres humanos que huyen de los conflictos, del cambio climático, de las guerras o la persecución, son cada vez más. El último informe de ACNUR (el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) es contundente: 70,8 millones de personas fueron obligadas a buscar una vida lejos de su país de origen.
Ya sea por las guerras de Siria, las hambrunas de Uganda o Sudán del Sur, del colapso económico de Venezuela o de la violencia de las bandas criminales del Salvador u Honduras, cada día 37.000 personas son desplazadas.
Y más de dos tercios de los refugiados del mundo vienen tan solo de cinco países. Cerca de 7 millones huyen de la guerra en Siria, 3 millones de la convulsa situación de violencia de Afganistán, 2,3 millones del hambre y el conflicto civil de Sudán del Sur, más de un millón de la persecución política desatada contra los musulmanes en Myanmar, y 900.000 del conflicto étnico-civil que va para más de tres décadas en Somalia.
Al otro lado del hemisferio, la situación no es mejor. Tres de los diez países de donde provienen las peticiones de asilo son latinoamericanos: Honduras, El Salvador y Venezuela. En el 2018, uno de cada cinco peticionarios de asilo vinieron de este último país, mientras que Colombia sigue estando a la cabeza como país con la mayor población en desplazamiento forzado interno en el mundo, con casi 8 millones de personas.
Y la tendencia está en alza. En el 2018, hubo casi un 40% más de población en desplazamiento que hace diez años. Y no son los países del primer mundo quienes acogen a la mayoría de las víctimas de los conflictos.
¿Los mayores receptores de la crisis migratoria? Los países en vía de desarrollo
Contrario a lo que se cree, los países que más reciben a todas estas personas que huyen son países vecinos. No es Europa, que vive un auge de gobiernos nacionalistas, ni el Estados Unidos de Donald Trump, los principales receptores de esta crisis migratoria.
Por ejemplo, la diáspora siria ha sido acogida en su mayoría por Turquía. De los casi 7 millones de refugiados, 3.622.400 personas huyeron al país gobernado por Recep Tayyip Erdogan. Jordania, Egipto, Irak y el Libano también son receptores de miles de migrantes.
La situación del Líbano es particular. El pequeño país de Medio Oriente no solo ha recibido a refugiados sirios, sino a migrantes africanos y palestinos. Uno de cada tres habitantes en ese país es un migrante.
Por su parte, los gobiernos nacionalistas de Austria o Dinamarca apenas han recibido a cerca de 70.000 personas entres las dos naciones.
La mayor carga de la crisis migratoria mundial cae sobre la espalda de países con deficiencias en su infraestructura y en la capacidad de respuesta: Bangladesh, Chad, Etiopía, Uganda, son solo algunas de las naciones que cargan esta desproporcional crisis, según datos de ACNUR.
En 2018, hubo más demandandates de asilo venezolanos que sirios
El informe de la organización dedica un aparte especial al drama humanitario que vive el rico país petrolero. La violencia, la persecución política, el desabastecimiento de comida y medicina son las causas de la migración masiva que sacude América Latina.
Para el final de 2018, más de 3 millones de venezolanos habían dejado su hogar. Y la mayoría de ellos fueron recibidos por países de la región, incluso islas caribeñas: Colombia, Perú y Brasil reciubieron a gran parte de los venezolanos que huyen. El incremento de la diáspora venezolana es notoria, en 2017 fueron 116.000 las peticiones; en el 2018, 341.800. Es decir más del doble.
¿Qué hacer para solucionar la crisis?
Las respuestas de ACNUR en su informe no son muy optimistas. Los retornos de población desplazada no son masivos y frecuentemente tampoco organizados. Los migrantes que regresan lo hacen a pesar de que las condiciones en sus países no han mejorado. 210.900 sirios regresaron a su país todavía en guerra.
Y la integración local, que podría ser la salida a la crisis, choca con los muros de las políticas xenófobas y nacionalistas. ACNUR señala que “una solución perdurable es la integración de los refugiados”.
Pero el pedido de ACNUR va en contra de las tendencias políticas de muros y represión al migrante. Al contrario, el mismo informe señala que millones de personas están viviendo como expatriados. Esos millones no tienen los derechos básicos de un ciudadano y viven en las peores condiciones sociales, en la periferia y en marginalización.
El informe señala que al menos 4 millones de personas en el mundo no tienen nación. Pero la cifra puede ser mucho mayor, porque para los mismos estados es imposible medir a los expatriados. Básicamente, porque no existen ni siquiera en sus propios censos.
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