El Presidente de la Corte Suprema se refirió a la demora en los procesos judiciales de Derechos Humanos e hizo un reconocimiento a la paciencia que los familiares y sobrevivientes han tenido para seguir luchando por la justicia.
El presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, realizó una visita al Memorial de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine, oportunidad en que hizo un recorrido por la edificación y, además, dictó una clase sobre derechos humanos a alumnos de colegios de la comuna del sector sur de la Región Metropolitana.
El memorial inaugurado el 25 de mayo de 2008, es un homenaje a los 70 vecinos de la comuna, quienes fueron víctimas de la represión política tras el golpe de Estado de 1973.
En su intervención, Muñoz dijo que “el Poder Judicial está haciendo su tarea, que es hecha por personas, y no respondió adecuadamente a los clamores que se le formulaban por quienes merecían justicia. Ha sido un camino que ha sido llevado de la mano de los familiares de las personas muertas en circunstancias muy tristes. Es la persistencia, su perseverancia y decisión de los familiares de las víctimas lo que ha llevado al Poder Judicial a actuar como lo ha hecho. De alguna manera hemos ido aprendiendo del valor de ustedes. Hemos entendido que es necesario crear una justicia restaurativa integral, en que se sepa la verdad no solo de algunas, si no de todas las personas. Saber qué sucedió y cuando se sepa esta verdad dejar la labor en las manos de tribunales. Han tenido la paciencia de esperar más allá de lo que estaría dispuesta cualquier persona en el mundo”.
Frente a la demanda de reconciliación y entendimiento, el presidente de la Corte Suprema sostuvo que: “No es posible y no se quiere que la división se perpetúe. Ustedes quieren seguir avanzando, nuevamente conformar una comunidad y esa comunidad la vamos a formar cuando nos demos cuenta, entre todos, que toda la comunidad es víctima. Todos han sufrido, toda la comunidad es la que ha sido herida. Toda la comunidad y ustedes han puesto el ejemplo de querer estar de la mano de los familiares de los victimarios. No hay culpa en esa segunda o tercera generación y estamos llamados a convivir en una misma tierra”.
Fuente: Radio Universidad de Chile