Entre los años 2005 y 2015, 10.210 adolescentes dieron a luz, según las cifras de Estadísticas Vitales del INE. Actual ley de aborto contempla interrumpir embarazo a esas edades, por considerarse siempre producto de un abuso.
La disminución del embarazo adolescente ha sido una de las noticias de salud pública más destacadas de los últimos años. Cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) muestran que la Tasa Específica de Fecundidad Adolescente en 1963 era de 89,1 nacidos vivos por mil mujeres, cifra que para 2015 cayó a 40,6.
Pero al observar los embarazos en edades de 14 años o menos, estos no descienden, sino más bien se mantienen. Aproximadamente mil menores de 14 años son madres en Chile cada año. Según las Estadísticas Vitales del INE entre 2005 y 2015 (último registro disponible), 10.210 adolescentes de 14 años o menos fueron madres.
Subdesarrollo e inequidad
El índice es un importante marcador de subdesarrollo. Fenómeno que contribuye a la perpetuación del ciclo de la pobreza y a la feminización del mismo, porque estas mujeres interrumpen la escolaridad y tienen menores proyecciones académico-laborales.
En Chile, el hecho de que se mantenga, señala Andrea Huneeus, ginecóloga de Clínica Alemana, habla de una sociedad subdesarrollada, “donde no tenemos programas que les enseñe a las jóvenes a protegerse, a defenderse, habla de una sociedad en la que no se persiguen los delitos sexuales”.
En este tema es importante indicar, dice Huneeus, que “en las menores de 15 años nunca un embarazo es planificado”.
Andrea von Hoveling, ginecóloga infanto-juvenil, miembro de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología Infantil y de la Adolescencia (Sogia), indica que en el país no hay estudios específicos sobre la realidad de las madres menores de 15 años. “El número de hijos de menores de 15 años en Chile se mantiene bastante estable desde hace 10 años”, agrega.
Y si bien el embarazo ha disminuido, dice Von Hoveling, esa baja se ha producido en clases medias y altas, “por lo tanto la disparidad ha aumentado y se ha mantenido en las clases más bajas, lo que aumenta la desigualdad”.
Albana Paganini, directora de la Clínica Psicológica de la U. Diego Portales, indica que la maternidad no es una aptitud, excede el hecho biológico y tiene múltiples significaciones culturales, históricas y psicológicas. “El embarazo adolescente contribuye a profundizar las inequidades. Según datos del Ministerio de Salud, los porcentajes de adolescentes embarazadas aumentan en las comunas más pobres del país”, indica Paganini.
Una realidad de desigualdad que reflejan los porcentajes de adolescentes entre los 12 y 19 años que han sido madres o están embarazadas por quintil de ingresos, las que según la Casen 2015, en el primer quintil es de 9,2%, en el segundo es 7,2%, en el tercero 4,8%, en el cuarto 2,6% y en el quinto es apenas de 1,1%.
Ellas además tienen mayor riesgo de embarazo reiterado precoz (menos de dos años) al comparar con adultas, dice Von Hoveling. “Hay una deuda con las adolescentes que ya son madres, un 15% tendrán un segundo y hasta tercer hijo”, sostiene.
El desarrollo del proyecto vital es fundamental para prevenir un segundo embarazo, sostiene Von Hoveling. Por eso, deberían tener acceso a la sala cuna adosado a los colegios, “tienen que tener donde dejar a los hijos para poder estudiar”.
Ley de aborto
En la actual ley de aborto en tres causales las menores de 14 años podrían acceder a interrumpir el embarazo, dice Huneeus, ya que se establece esa edad como límite para el consentimiento sexual. Es decir, con esa edad o menos se asume que no hay consentimiento. “En las menores de 14 años sí o sí no tienen la capacidad de decidir respecto a la actividad sexual”.
Si actualmente están accediendo a abortos, no es algo que se sepa, indica Von Hoveling. “A fin de año se podría saber si esta ley se aplicó en menores de 14 años. Pero no tenemos cifras globales y la mayor parte de esos abortos son clandestinos”.
Hay que considerar que el embarazo y la maternidad de adolescentes es un problema social y es una de las experiencias más difíciles que afectan la salud, dice Paganini. Por lo tanto, agrega, “si el embarazo adolescente responde a problemáticas sociales, la interrupción voluntaria del embarazo, así como la prevención, son opciones de cuidado que la salud pública de un país debe considerar”.
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