De acuerdo a cifras del Departamento de Extranjería y Migración, hasta el año 2014, en Chile 477 mil extranjeros contaban con residencia en el país. La mayoría de ellos trabaja, cotiza en el sistema de salud y se integra a los espacios educativos, logrando, cada día más, atravesar las barreras culturales e idiomáticas de un país que consideran su nuevo hogar.
por María José Jarpa
El día en que Odiel Dessin iba a comprar sus pasajes para viajar desde Ecuador a Chile, en la televisión local comenzaron a pasar las imágenes de las ciudades chilenas devastadas por el 27/F. Con algo de pesadumbre, pero con la esperanza intacta, pensó en que ya llegaría el momento de pisar tierra chilena.
El periplo de este haitiano había comenzado en 2009, cuando salió de su país a raíz de la inestabilidad política que le impidió continuar con estudios de telecomunicaciones en Puerto Príncipe. Trabajó un tiempo en Ecuador, luego dando clases de danza en Tacna (Perú), hasta que después de recibir dos rechazos a su pasaporte en el Complejo Fronterizo Chacalluta, el año 2011, al fin pudo cumplir su anhelo.
Sin embargo, la primera etapa no fue la soñada. “Cuando llegué a Santiago fue duro, el lugar en el que estaba era pésimo, éramos muchos en un cuarto. Sé que en mi país hay problemas, pero tampoco vivía así. Eso me dio pena”, relata Dessin, hoy de 30 años, casado y padres de dos hijos.
Hoy, Odiel siente que la vida le sonríe. Luego de trabajar un tiempo en la feria Lo Valledor, y después como vendedor, logró dar un salto inesperado. Hace dos meses se convirtió en el primer extranjero en trabajar en el área de atención a público del Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior. “Llegué por medio de la Organización Sociocultural de los Haitianos en Chile (OSCHEC), que trabaja con entidades que ayudan a inmigrantes acá y gracias a la cual pude ingresar a un curso de Derecho en la Universidad Católica. Me llamaron del departamento porque se necesitaba a alguien que hablara kréyol (idioma criollo haitiano). Postulé, pase una entrevista y quedé”, detalla con orgullo.
Esta inédita decisión, según el jefe del Departamento de Extranjería, Rodrigo Sandoval, se tomó porque “nos dimos cuenta que cada vez teníamos más público haitiano que habla el kréyol, y yo no estaba en condiciones de atenderlos adecuadamente. Buscamos soluciones, y me di cuenta que no se trataba solamente de un tema de idioma, sino que de crear una situación de acogida para los extranjeros”.
¿Qué sucede con la integración en estamentos públicos? Sandoval agrega que “tenemos una señal muy clara de parte de la Presidenta de la República, de favorecer la integración y la tolerancia a la diversidad”.
De acuerdo a antecedentes del departamento, hasta el año 2014 el número de extranjeros residiendo en el país era de 477.450. De esa cifra consolidada, la mayoría son de nacionalidad peruana (177.152), mientras que menos del 1% (1.661) son haitianos.
Por otra parte, la Encuesta Casen 2013 reveló que la tasa de ocupación de la población migrante alcanzaba el 71,9%, lejos del 52,8% de los chilenos. Además, los foráneos cuentan, en promedio, con 12 años de escolaridad -dos más que los locales- y un 68,7 % cotiza en Fonasa.
Venus Bonilla, de nacionalidad ecuatoriana, vive hace 15 años en Chile. Partió vendiendo café en la Vega Central y ahora cuenta con su propio local, “La Diosa de Venus”, en el que vende frutas y verduras chilenas y tropicales. “Tengo muchos clientes chilenos y también extranjeros. Aquí les damos consejos sobre cada producto y recetas”, relata sonriente.
En la calle San Antonio, en tanto, Odiel continúa en sus labores de atención al público en Extranjería. Si bien dice estar agradecido de Chile, comenta que constantemente piensa en su país y en seguir estudiando, quizás, Ciencias Políticas o Administración Pública en una universidad chilena. “Mi idea es estudiar acá y en algún momento volver, porque mi país me necesita. Quiero convertirme en el futuro presidente haitiano”, afirma con seguridad.
MULTICULTURALIDAD EN EDUCACIÓN Y SALUD
En la Escuela República de México, en la comuna de Santiago, una bandera chilena y otra mexicana adornan la puerta de ingreso del recinto. En las paredes, fotografías de niños con trajes típicos de distintos países reflejan parte del sello de integración multicultural de este establecimiento, donde un 30% de los 620 alumnos matriculados son extranjeros.
El director del recinto, Alfonso Peña, destaca que este “sello multicultural” partió con hijos de exiliados y que desde el año 2000 comenzó a incorporar menores inmigrantes, principalmente de Perú y Colombia. “La alta participación de niños de otros países, tiene que ver con varios factores. Primero, que en este barrio hay muchas casas antiguas, donde algunas personas extranjeras arriendan piezas, y también hay departamentos más pequeños, donde llegan quienes vienen insertando al país. A esto se añade el programa de regularización de residencia y de estudios que está desarrollando la Municipalidad de Santiago desde septiembre de 2014”, precisa.
Esta realidad ha implicado un desafío, tanto para los profesores como para la dirección, en el sentido de adaptar las mallas curriculares, literatura y otros dispositivos, como talleres educativos fuera del horario de clases para niños extranjeros y sus padres.
“Hemos hecho salidas con los niños al Museo Histórico, también queremos programar salidas pedagógicas al de Historia Natural para que conozcan la geografía del país”, detalla Vladimir Contreras, profesor de Historia de la escuela.
Agrega que “ha sido un desafío. Por ejemplo, dentro del programa viene la Guerra del Pacífico, entonces si tienes la mitad de alumnos que son de Perú, tienes que ver cómo abordar integralmente estos temas”.
El sistema de salud es otra área que se ha debido adaptar a esta realidad creciente. En el Servicio de Salud Metropolitano Central, (SSMC), hay inscritos 16.203 extranjeros, de 44 nacionalidades distintas, en alguno de los 20 Cesfam de la red. Uno de ellos es el Consultorio N° 5, de calle Unión Latinoamericana -que atiende a usuarios de las comunas de Santiago y Estación Central-, en el que de los 32.244 inscritos, un 12% (3.911) son migrantes.
José Luis Figueredo, director del Cesfam, señala que “muchos llegan a este lugar porque está en pleno centro, tiene muy buenos accesos y está cerca del comercio. La mayoría son niños y mujeres embarazadas y tenemos de muchas nacionalidades: Perú, Bolivia, Haití, hasta China e India”.
Evelyn López Zavaleta, originaria de Trujillo (Perú), es una de las usuarias. “Me atiendo hace siete años, porque vivo cerca. Me han tratado muy bien, me dan la leche para el niño”, detalla, precisando que está afiliada a Fonasa.
Las complejidades de las barreras idiomáticas, en el caso de los extranjeros que no manejan el español, llevaron a impulsar una capacitación para las matronas en lengua krèyol, para poder facilitar la atención a las embarazadas haitianas.
Ximena Marín fue una de las matronas que tomó el curso. “A veces se generaban muchos problemas para explicarles, darles las indicaciones y teníamos que usar señas. Además, estaba el factor cultural, entender que tienen distintos tipos de alimentación y costumbres. En eso el curso nos ha ayudado, porque, por ejemplo, por una diferencia de cultura podrías faltarle el respeto por algo”, detalla.
Además, desde octubre del año pasado, en el consultorio se implementó un sistema piloto de atención, denominado “Babel”, el que permite -vía skype- que un facilitador de idiomas asista en las instrucciones a los médicos con pacientes extranjeros. El sistema cuenta con 50 voluntarios que hablan siete lenguas: kréyol, ruso, chino, hindi, portugués, francés e inglés.
Fuente: La Tercera