El día después del Día del Detenido Desaparecido, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos realizó la vuelta número 100 por La Moneda y el Palacio de Tribunales exigiendo verdad, justicia y el fin a la impunidad. Un acto de resistencia y lucha por los caídos durante la Dictadura militar.
Morandé con Alameda. Los rostros de hombres y mujeres comienzan a brotar desde diversas partes del centro de Santiago. Falta poco para las 1 y el frío de un invierno que se rehúsa a acabar mantiene en silencio a las personas que se reúnen a un costado de La Moneda.
– Tome. Levante la fotografía de uno de nuestros familiares.
En la imagen aparece el nombre de Gloria Lagos Nilsson, la fecha de su desaparición y la necesaria pregunta: “¿Dónde están?”. Según los registros, ella fue una secretaria e integrante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y el 26 de agosto de 1974 fue detenida por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), cuando tenía tres meses de embarazo. Hasta el día de hoy se desconoce su paradero.
De a poco empiezan a llegar más personas y más rostros se levantan. El ajetreo de la ciudad se empieza a mezclar con las decenas de familiares que se agrupan en una columna preparándose para iniciar su recorrido. Un caballero con la imagen del Presidente Salvador Allende colgada en su pecho toma un megáfono y comienza a vociferar:
-Estamos aquí para recordar a nuestros familiares. Para exigirle a este gobierno que acabe la impunidad. No queremos nada más pero nada menos, por la vida, por la paz, qué nos digan dónde están.
Las agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos llevan más de dos años marchando por La Moneda y Palacio de Tribunales exigiendo el fin a la impunidad, que la justicia juzgue y castigue a los culpables como corresponde, y la verdad sobre el paradero de las y los familiares que aún se encuentran desaparecidos.
Este 31 de agosto, un día después del día del detenido desaparecido, se realizó la vuelta número 100 exigiendo verdad, justicia y reparación. Movilización que partió en el gobierno de Michelle Bachelet demandando el cierre del penal Punta Peuco, pero que hoy con en el mandato de Sebastián Piñera, adquiere mayor relevancia ante el negacionismo del gobierno y la liberación condicional de genocidas de Punta Peuco.
El llamado a asistir a esta especial marcha tuvo eco en distintas organizaciones sociales y en la sociedad civil. Cerca de 500 personas caminan al frente de La Moneda con los rostros de las víctimas, sin dejar en ningún momento de exigirle al Estado y las Fuerzas Armadas que asuman su responsabilidad por la muerte de miles de chilenos durante la dictadura.
-¡Mi hermano estuvo en Cuatro Álamos!, ¡Estuvo en todos los centros de tortura!… Queremos la verdad, no queremos impunidad… Seguiremos hasta encontrarlos a todos.
El grito es desgarrador. Cada consigna está llena de la vida e historia de cada uno de las y los familiares de las víctimas que llevan casi 45 años buscando a sus seres queridos.
-Con toda la fuerza del alma… Compañeras detenidas desaparecidas ¡PRESENTE! Compañeras ejecutadas políticas ¡PRESENTE! Compañeras presas políticas ¡PRESENTE!, ahora y ¡siempre!
Un peatón pregunta hacia donde se dirige la marcha, un caballero no duda en responderle que “derecho hasta Tribunales”. La columna empieza su recorrido hacia el palacio de justicia, pero antes se detiene en Morandé 80, donde se encuentra la puerta por donde los restos del Presidente Allende fueron retirados tras el bombardeo a La Moneda. Las consignas a favor del presidente socialista derrocado por los militares se intensifican y los carabineros que se encuentran de guardia en ese lugar, reciben los gritos de la gente que les recuerdan el rol que tuvieron las fuerzas de orden en el asesinato de miles de compatriotas.
Los gritos retumbaban las paredes de La Moneda, sin embargo, un caballero permanecía silente e imperturbable levantando la imagen de su “compañero presidente”, mientras personas se acercaban y evitaban la presencia policial para colocar rosas rojas en la puerta del lugar.
Metros adelante, una mujer levantaba su megáfono y lo apuntaba en contra del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Su incisivo discurso iba en contra de Hernán Larraín, a quien lo considera una vergüenza por su defensa de Colonia Dignidad, lugar que fue utilizado como centro de torturas y abusos durante la dictadura. “Él es un cómplice pasivo, que no se les olvide que él aún defiende a todos los que cometieron esos horrores”, gritaba sin esperar una respuesta.
La justicia en Chile no responde a las solicitudes de las y los familiares por verdad y reparación. En el año en que se han entregado constantes beneficios carcelarios a criminales de lesa humanidad, la alerta que hacen las y los familiares es a no permitir a impunidad.
-¡Ministro Dolmetsch, igual que Piñera, le dan la libertad, a los reos de lesa humanidad!
La acusación constitucional en contra de los ministros de la Corte Suprema por la responsabilidad política en la liberación de estos genocidas es también una lucha defendida por las y los familiares. Es un “imperativo moral” han señalado en distintas instancias las voceras de las agrupaciones de familiares, diputados de oposición también han manifestado su respaldo y por eso se encuentran varios de ellos entre las cientos de personas que marchan hacia el palacio de tribunales.
Al llegar a la calle Compañía, el paisaje se transforma con los cientos de manifestantes que se acercan a los escalones del Palacio de la Justicia para exigir justicia. Con el ex Congreso como espectador, el mar de gente reunida levantando los rostros de familiares, y gritando en contra de la Corte Suprema, empieza a marcar las emociones de las personas ahí presentes. Carabineros y Gendarmería al ver la cantidad de personas, se repliega a las afueras del Palacio, cierra las puertas y evita actuar. Pero no importa, el mensaje se haría escuchar igual. Al medio de todo, pedían levantar un parlante para escuchar las palabras del vocalista de Illapu, Roberto Márquez, quien junto a los demás integrantes dedican una canción a las y los familiares presentes.
-Aunque los pasos toquen mil años este sitio, no borrarán la sangre de los que aquí cayeron…
La desgarradora interpretación del poema de Pablo Neruda pone los pelos de punta a las y los presentes. Y la emoción de la guitarra y de la voz de Márquez hacen que las primeras lágrimas empiecen a brotar entre las y los familiares.
-Y no se extinguirá la hora en que caíste, aunque miles de voces crucen este silencio…
El sonido de los instrumentos de viento y la locomoción a los lejos es lo único que se puede escuchar, mientras la emoción del momento crece más y más.
-La lluvia empapará las piedras de las plazas, pero no apagará vuestros nombres de fuego…
El calor de cientos de voces al unísono provoca una conmovedora escena que continua con el canto a los miles de desaparecidos.
-Mil noches caerán con sus alas oscuras, sin destruir el día que esperan estos muertos…
El canto de justicia cierra con un grito ensordecedor por las y los compañeros caídos y continúa con las palabras de la presidenta de la Agrupación de Familiares Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro, que recuerda que esta marcha por verdad y justicia es un acto de resistencia y lucha. Que aunque ya no deban marchar con represión y tortura como lo hicieron en dictadura, hoy junto a las generaciones más jóvenes deben salir y gritarle a quienes tengan los ojos tapados y los oídos cerrados que siguen aquí exigiendo justica para sus seres queridos.
“Queremos justicia plena. Queremos cárcel común para los genocidas. Lo decimos y repetimos, los genocidas a la cárcel y ¡a morir en la cárcel! No es deshumanidad, nuestra exigencia es la más pura de respeto a la vida y la humanidad, porque nuestro deber es respetar la democracia y los derechos humanos. Hemos estado acompañados por nuestro pueblo en esta lucha, y si la impunidad no ha sido más obscena es porque nos hemos levantado para decirles a estos señores: verdad total y justicia plena. Esta acusación constitucional la vamos a ganar. Esta tarea es de todas y todos, y vamos a seguir por amor a nuestros familiares, por respeto a su lucha y su entrega, porque creemos que nuestro pueblo se merece una democracia verdadera, como la que buscaban nuestros seres queridos. Y habrá nuevas generaciones luchando por ella, porque no aceptamos la impunidad, porque repudiamos el negacionismo, repudiamos las fuerzas armadas golpistas, porque no queremos justicia en la medida de lo posible. Lo decimos una vez más al frente de la Corte Suprema: ¡Verdad total, justicia plena, nada más pero nada menos, por la vida y por la paz, que nos digan dónde están!”.
Los gritos continuaron y fueron cerrándose en abrazos de los presentes, mientras los rostros de los familiares seguían en lo alto, observando como cientos de personas luchaban por justicia para ellos.
-¡Justicia, verdad, no a la impunidad!
Las rosas en la escalinata del palacio de tribunales marcaba el fin de esta marcha. Las fotografías de los víctimas descendían esperando una nueva oportunidad para acompañar a sus familiares en la lucha por verdad, justicia y reparación.
Fuente: El Desconcierto