Hace cuatro años recorro los pasillos de la escuela, cada año, cada semestre, cada sábado hay caras que se repiten y caritas nuevas, son las niñas y niños que asisten de manera voluntaria a una jornada más de taller de derechos de los niños y las niñas.
Un espacio donde nos miramos a la cara, verbalizamos lo que nos ocurre y como nos sentimos. Un lugar donde las palabras cobran sentido y se hacen parte de nuestros grupos de reflexión. La interculturalidad está presente y con ella la necesidad de valorar nuestros orígenes y que la adaptación no sea olvidarse de quienes somos, más bien sea un encuentro explosivo entre culturas.
Hemos utilizado una metodología que ha favorecido un lenguaje común cuando hablamos de derechos humanos y a la vez, entregado herramientas que esperamos puedan utilizar en los espacios que transitan y comprender cuando hay vulneración de derechos.
Eso es el taller impartido en la Escuela Bilingüe República del Paraguay, los niños, niñas y adolecentes comparten sus experiencias de vida dentro de la escuela y trabajando juntos con una mirada generosa en la inserción de niños y niñas inmigrantes y aprendiendo a convivir con la diversidad y respeto.