Luna de Haití: la historia tras el campamento haitiano de Maipú, donde viven desde hace seis años 78 familias y 60 menores de edad

Fue en 2017 cuando comenzaron a llegar las primeras familias haitianas al terreno ubicado entre Alberto Llona y Vicente Reyes. Han pasado seis años desde que se asentaron en ese lugar, donde actualmente viven 78 familias haitianas y 60 menores de edad. El terreno utilizado es del Ministerio de Bienes Nacionales, organismo que está en proceso de traspasarle el sector al Serviu, para que se implemente el Plan de Emergencia Habitacional, impulsado por la actual administración. Esta es una crónica de cómo viven las familias actualmente y las escuelas que hay para los niños del sector.

El campamento Vicente Reyes de Maipú. Ese fue el destino que un grupo de migrantes haitianos, en busca de un lugar para asentarse, definieron en 2017 para construir, con placas de OSB y metales, lo que serían sus nuevos hogares. Han pasado cinco años desde su llegada y la toma, que comenzó con ciudadanos del país caribeño, se mantiene y es conocida popularmente como Luna de Haití. Según las estimaciones de quienes residen ahí, hay 78 familias haitianas y alrededor de 60 menores de edad.

Se trata de un asentamiento informal ubicado en un terreno entre las calles Alberto Llona y Vicente Reyes. Por las mañanas no hay mucho movimiento. A las 10.00 horas del último martes de mayo solo se ven a algunos residentes que salen a comprar a los almacenes del barrio para desayunar, mientras pasan dos camiones ofreciendo balones de gas por altoparlante.

También hay otros negocios, como barberías y salones de manicura, pero aún no abren sus puertas.

Anase, migrante haitiana de 37 años, comienza a trabajar desde temprano. En la vereda que colinda con su casa, instala todos los días un toldo azul y colgadores con prendas de vestir. No habla bien español, pero con dificultad explica que hace cinco meses llegó al campamento y vive junto a su esposo y tres hijos. Entre ellos hablan en lengua criolla, como lo hacen la mayoría de los habitantes del campamento que nacieron en Haití.

Al entrar a la toma Luna de Haití -ubicada al interior del campamento Vicente Reyes en la que también viven ciudadanos de otras nacionalidades-, lo primero que se ve son autos y casas de diferentes colores y tonalidades.

En medio de ese espacio está la sede del Comité Migrante para el Desarrollo Social de la Vivienda. Un proyecto impulsado por Techo Chile y Enel, mediante el cual también se proveyó al campamento, en 2021, de conexiones eléctricas.

El comité está a cargo de Octavio (53), uno de los primeros migrantes haitianos en asentarse en el campamento. Llegó en 2017. Para ese entonces, recuerda, vivía un grupo de chilenos que les cobraban 80 mil pesos a los extranjeros por arrendar una pieza que ellos mismos habían construido. Esa dinámica se mantuvo por varios meses, hasta que un día -dice- llegaron funcionarios de la Municipalidad de Maipú al asentamiento informal.

“La gente de la municipalidad entró al campamento para hacer reuniones. Cuando llegaron nos dijeron que no teníamos que pagar arriendos por las piezas, porque los que nos cobraban no eran dueños del terreno. Pero, si no les pagábamos nos cerraban las puertas con clavos y se generaban pleitos“, recuerda Octavio.

Al pasar el tiempo, los migrantes comenzaron a organizarse y conformaron un comité. Octavio fue electo como presidente. Los chilenos que cobraban por las habitaciones, en tanto, vendieron las piezas en 100 mil pesos y se fueron del campamento.

El dirigente de Luna de Haití dice que las condiciones de vida del asentamiento informal son mejores que antes. Cuentan con luz y agua -aunque reclama que a veces no siempre llega a todas las casas-, y afirma que hay diálogo constante con la Municipalidad de Maipú.

“Nos ayudan para las postulaciones de viviendas. El jueves tengo reunión con la municipalidad para que veamos ese tema. Ya hay un joven del campamento que le dijeron que en octubre de 2024 podría tener su casa”, relata.

También cuenta que reciben ayuda de varias organizaciones que le hacen clases de español a los adultos y menores de edad del campamento. Varios de ellos, dice Octavio, nacieron ahí. Otros, están por llegar.

“Tenemos a varias mujeres embarazadas, que pronto tendrán a su hijitos y nacerán acá, en el campamento”, relata Octavio.

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